miércoles, 19 de noviembre de 2014

El carretel

Lo de anoche fue como estar adentro de un lavarropas.
Yo sé que se puede pensar que la vida toda es así,
pero anoche
no sé si fue el calor sofocante
o el ataque continuo de mil mosquitos.
La idea de que había una araña gigante
asomada por el marco de la puerta,
el ir y venir del sueño a la vigilia
no saber nunca en cuál mundo estaba
todas las ideas rejuntadas
amontonadas unas sobre otras
todas inentendibles
¿Cómo es posible entender algo?
Todo mojado revolcado entre las sábanas calurientas.
Debí bañarme cuando volví de correr,
pero tenía tantas ganas de tomar tanta cerveza.
El tiempo lo come a uno.
El tiempo y el calor se unen para dinamitar el sistema nervioso.
A veces la birra lo reestablece
Sólo a veces.
Ya no hago apología del beber.
Y eso me da orgullo.
Lo logré sin conversiones.
Sin
conversiones.

Quise buscar aquel carretel.
El hilo de Ariadna que me regalaste un Año Nuevo
pero está en el cajón de mi mesa de luz.
Me da miedo abrirlo de noche.
Creo que hay algo dentro
algo enorme que se hace chiquito para vivir ahí
y que puede comerme la mano,
o hasta todo el cuerpo incluso.
Tal vez sea el mismo hilo
o tal vez aquella araña duerme ahí
y no en el pasillo.
En fin, no iba a haber ayuda en el cajón.
En un momento vacilé seriamente:
cavilé unos segundos y definí que no
que no.
Que el carretel no,
que me iba a enredar un poco más.
Claro que todo eso fue un autoengaño.
El problema real era la araña.
Ya habría preferido yo enredarme, aunque sólo fuera para distraerme.
Pero necesitaba una espada si quería meter mano en el cajón.

Quise ponerme a escribir
Pero no me salió nada.
Sí una cosa difusa.
Decía que algo buscaba salir a la superficie
pero que estaba trabado.
Aún hoy
sigue ahí,
en la parte de atrás de las orejas.
Creo.

Pensé en una caterva de infudamentalidades y desfundamentos.
Pensé en las madres.
Pensé en la tuya.
¿Cómo estaría?
¿Todavía estaría desmayada en el sillón?
¿Estaría siendo bombardeada por los mosquitos, como yo?
Pensé en la vez que maté el mosquito de revés
en medio de la oscuridad,
y festejamos,
y en las birras,
y en los alfajores esos cordobeses que me matan.
Revisé el concepto de “Adorable”.
El de Barthes.
Lo pensé en inglés.
Lovely se me pegó y empezó a hacer eso,
eso que hacen las palabras cuando se pegan.
Lovely lovely lovely.
Lovely y los mosquitos.
El infierno.

¿Cuál era el ínfimo punto, en tu caso?
¿Unos huecos a los costados de las comisuras, verdad?
Puede ser.
Pero unos particulares, no los típicos huequitos.
Los huequitos en sí mismos no me generan nada.
Nada en sí mismo me genera algo.

Por suerte dos horas más tarde,
algo pasó,
la cabeza se fundió por fin o yo que sé.
El calor sofocante se transformó esta mañana en una lluvia fresca
Espero que al terminar el día pase lo mismo conmigo.
Ya es bien de día,
pero igual.
Todavía me da miedo abrir el cajón,
buscar el carretel,
desenrollarlo,
y que con ese hilo largo,
se despliegue todo lo que tiene atado,
y desarme lo que sea que haya firme en mí,
con la displicencia de un terremoto.

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