Cruzamos el mundo a doscientos mil kilómetros por hora
ciento cincuenta veces por día
en todas las direcciones.
Creamos peces, caballos, flores
gárgolas, dragones, la luz.
Nos deshicimos viéndonos
uno al otro
y a otro.
Reconstruimos a caricias,
los cuerpos hechos ya de nada
Cansados, nos alejamos
por las alcantarillas
hechos agua.
Comunicados por simple vicio
nos ahorcaron los cables
recuperamos la conciencia
volvimos a comunicarnos
sin palabras.
Ahora
te veo
sentada enfrente
los brazos firmes sobre los muslos
los pies sumergidos
en un enorme tarro de miel.
De a ratos los siento
suaves
rozando.
Deshecho,
bajo al fondo del tarro
te vuelvo a encontrar
ahí donde nos conocimos.
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