viernes, 8 de abril de 2011

Las mañanas parecen iguales

Todas las mañanas
temprano, bien temprano
salgo en busca del diario.
No me importan las noticias,
ni de política,
ni de deportes,
ni los policiales,
aunque debo admitir que estos últimos,
suelen regocijarme de vez en cuando.
Salgo en busca de alquileres.
Ya he hablado de ese mostruo,
¿para qué darle mayor relevancia?

Camino por 9 de Julio.
Quien haya pasado unas horas en Buenos Aires,
sabrá de qué hablo.
Toda esa gente igual,
toda esa...cosa.
¿Para qué darle mayor relevancia?
Realmente ya no me importa.

Camino y no me siento nada,
ni importante,
ni insignificante.
Nada.
Y eso,
es espectacular.

No soy nada más que yo mismo,
y eso,
¿qué?
El diadiero responde al pedido,
la quiosquera responde al pedido,
el portero responde al pedido,
todos responden,
la vida es tan sencilla...

La vida es amarga y dura,
¿quién no lo sabe?
Hablé tanto de eso.
Hablé tanto de todo eso que ya no me queda ni por qué sufrir.

Sufro por los perros de la calle,
los hombres de la calle,
las mujeres de la calle,
la mugre de la calle,
la muerte de la calle.
Luego me lavo los dientes,
me acuesto me levanto y desayuno.
¿Eso es sufrir?
¿Sufrís vos?

Todo marcha siempre hacia el mismo lugar.

Hay algunas excepciones a la regla.

Amo,
y eso me centrifuga el pecho.

Amo a una mujer que aparece día por medio,
y es la más hermosa del mundo.
Transforma el alrededor en un dibujo,
las palabras en risa jabonosa,
a mi en lo más llano que puedo llegar a ser.
Amo a un amigo que se fue a Colombia,
y se disolvió en el espacio.
Y lo extraño como si fuera la alegría en su estado máximo.

Sus palabras llegan por internet.
Nada más llega.

Amo la música,
amo a Dios,
a Debussy,
al Gauchito Gil,
a los felinos,
al arte,
a Stravinsky,
al yoga,
al fútbol,
a Shopenhauer,
a Dostoievsky,
a John Cage,
a la pizza,
a los helados de tres pesos.

Amo al diadiero,
y a la quiosquera,
y al portero.

¿Amás vos?

Sueño,
noche tras noche,
con la mujer más hermosa,
con un amigo que se fue a Colombia.

Es fácil,
después de dormir así,
caminar por 9 de Julio y sentirse Dios.

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