viernes, 22 de abril de 2011

Poesía con contenido religioso rozando lo explícito

Poesía con contenido religioso rozando lo explícito
23-4-2011

No lo discuto; detestar a la especie humana es entendible y justificable,
y sobre todo,
poco original.
¿Quién no la ha detestado alguna vez?
Asquearse de uno mismo es algo tan común,
que también la costumbre se ha adueñado de esta práctica.

Odiar los sonidos, los colores,
las plantas, los animales,
el sexo,
los característicos aromas de las estaciones,
el aire y el agua relucientes,
el silencio,
el sol,
la lluvia,
dudo que alguien pueda hacerlo sinceramente.
No es necesario ser un ecologista para apreciar todas estas divinidades,
y la enumeración resultaría infinita.

Inundaciones, terremotos,
enfermedades, volcanes,
etcétera...
Si,
claro,
la naturaleza,
concebida como entedidad diferenciada más allá de la realidad,
es destructiva e inmoral.
¡Casi perfecta!

Buscarle sentido a las cosas,
me resulta irrisorio.
Encontrarlo en la autodestrucción por el simple hecho de pertenecer a una ínfima partícula del universo,
capaz de echar una gran parte de éste a perder,
me resulta estúpido.

Me pregunto en dónde radicará nuestra sensación de extrema importancia,
para que el sólo hecho de disgustarnos con nosotros mismos,
nos de tantas ganas de hacer explotar todo,
como si todo estuviera hecho de carne humana.

En post de coherencia y concordancia,
deberíamos entonces,
dedicarnos al canibalismo,
o simplemente,
destrozar esta antigua crisálida que nos mantiene en constante latencia,
dormir la siesta un poco más seguido,
y coger como bonobos.

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