martes, 8 de enero de 2013

8 de enero 2013

Me gustaría verte una vez más. Un segundo, no más que eso. Acaso un sueño más. Lo suficiente para que se de el golpe mágico, ese estallido, ese iryvenir

de estrellas cósmicas y relápangos repampanantes y campaneantes que he tratado de encontrar en el amor, en la calle, en las drogas, los perros, los

libros, los viajes, la siesta, y que sólo he atisbado a ver, en la orgasmiquísima a la dos millones sensación, que da ese segundo de coherencia. Instante

de unidad, justa, puntillosa, suficiente, milimétrica y sorpresiva. Verte para saber que has muerto, no sólo en mi imaginación, sinó también en mi

corazón.

2 comentarios:

Afra dijo...

A UN AMIGO PERDIDO
J.C Bloem

YA no me debes de recordar nunca en el país extranjero,
también a mí se me escapó tu imagen lejana,
pero ahora vuelve a través de los años crepusculares
tan brumosa como juega un sueño a través de otro sueño.
Cuando aún podía ver tu mirada y escuchar tu voz
en la pequeña ciudad habitada por nuestra juventud
ya te iba perdiendo, a pesar de mi plegaria,
porque tu y yo buscábamos una belleza distinta.

Un ansia salvaje te empujaba hacia las ciudades del mundo
en donde la vida es belleza como un corazón convulso,
y en donde el que está quemado por la fiebre huye de su pasado,
pero se enreda en las trampas del presente.

A mí la vida me dejó silencioso y pensativo,
para siempre detenido en evasiones soñadas.
Y miro a lo lejos como en la montaña el guarda solitario,
hacia los valles del pasado.

Pero yo también he conocido el anhelo sin límites,
el anhelo de los viajes por la vasta tierra
cuando ningún techo puede contener nuestra inquietud
y cada aurora nos ve más lejos.

Pero yo sabía esto: a muy pocos les es concedido
vivir según su más hermosa voluntad,
porque hay pocos a quienes no tienten las apariencias:
la mayoría jamás aciertan la beatitud.

Te golpearon los accesos crueles
de la amargura y de la dura miseria,
sin embargo no te quejarás de tu elección:
no podías hacer otra cosa, porque a ti te mandaban los sueños.

Pero para mí estás perdido. Largas procesiones
de horas pasaron desde el momento de la despedida
Y no deseo volver a verte de nuevo: si nos encontramos,
seremos como dos extraños el uno junto al otro.
Cuán delicada me suena al oído esta palabra,
delicada como en un cielo de tarde una luna sutil,
cómo suena frágil este sonido: perdido...
¿Pero todo no es ir perdiendo, en esta vida?

Sepas, pues, vencido, pero luchador valiente,
que siempre mi corazón guardará el recuerdo:
mi amistad por ti aún es como por un ser que vive;
mi nostalgia, como si ya estuvieras muerto.


Hace ya varios días leí esto en La Pala.
Algo tienen en común.
No tengo muchas palabras, uso las ajenas.

Afra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.