sábado, 18 de enero de 2014

6 de abril de 2012

6 de abril 2012

No voy a atentar contra el hecho de estar vivo. Quejarse de eso sería como quejarse de que el río posee una corriente continua, de que los perros tienen cuatro patas, o de que el cielo es, generalmente, celeste. Estar vivo está bien. A veces es genial, y a veces es simplemente algo más. A veces la Luna es grandilocuente y en otras ocasiones no la vemos, aunque ésta esté. Y a veces todas las cosas. Siempre hay alguien queriéndote hacer entender que ese "a veces" debe desaparecer. No es ilógico que las personas busquemos evitarle el sufrimiento a aquellas otras personas que amamos.
Todo pasa ante mi como de rodillas. A veces me siento el amo del mundo. Eso está muy bien. Pero la verdad es que te extraño tanto, que ser el amo del mundo no me sirve para un carajo.
Ayer terminé un libro de D.H. Lawrence. "El hombre y el muñeco". En un momento dice algo así como que las personas no podemos vivir separadas unas de las otras como postes de telégrafo. Estamos hechas para estar las unas con las otras. Sino, lean la biografía de los héroes, y los datos sobraran.
Te extraño terriblemente.

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