lunes, 3 de agosto de 2015

Navidad (2010)

Navidad,
odio la navidad.
Pero hoy dije:
comida y bebida gratis,
voy aunque sea por eso.

En la casa de mi hermana:
La comida estaba exquisita.
La bebida reinó,
como siempre.

Y ahí estaban todos.
Todos odiando la navidad,
y a todos los odié
y dos minutos más tarde
no hacía más que reírme con ellos,
y ellos conmigo.

Odio a Papá Noel,
su estúpido papel.
Y dos minutos más tarde,
no hacía más que hacerme pasar por él.

Odio los regalos y su farsa.
Y cuando unos nenitos abrieron sus paquetes,
no hacían más que gritar y reírse de felicidad.
Yo recibí un libro.
Y grité y reí también.

Mientras,
degustábamos la comida,
y bebíamos champagne,
y comíamos helado,
y fumábamos flores,
y hablábamos
o callábamos,
y era lo mismo.

Odio los fuegos artificiales.
Me asomé por la ventana,
la Luna despegaba tras una corta hilera de álamos,
movidos suavemente por el viento.

El cielo se llenó de luces.
Sonaron los ritmos más extraños.
Una obra de arte masiva,
una pintura espontánea.

- ¡Se gastan hasta doscientos pesos en esas cosas! - 
dijo mi madre,
mientras se limpiaba una mancha del vestido.
- Son unos boludos -
agregó.
Y yo no lograba ver otra cosa que esplendor,
era mejor que ver dos billetes de cien pesos...
mierda que era mejor,
un espectáculo espléndido...

Y me sentí culpable por no colaborar con la luz y el sonido,
y orgulloso de mi especie,
por fabricar tal arte.

Odio la navidad,

porque sucede muy de vez en cuando.

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